Los castigos físicos y humillantes afectan a la mitad de los niños y adolescentes de Perú y, en la mayoría de los casos, los autores son sus padres, denunció hoy la Defensoría del Pueblo en un informe sobre el tema.
El adjunto de la Defensoría para la Niñez y la Adolescencia, Jorge Valencia, dijo que el maltrato infantil se alimenta de una cultura de la propiedad en una sociedad patriarcal, como la peruana.

De igual forma, la sociedad patriarcal reproduce la dominación del hombre adulto sobre la mujer y el niño, pero en hogares de mujeres solas, éstas reproducen ese comportamiento, indicó el informe.
Los maltratos contra los niños, sean empujones, jalones de cabello, bofetadas o insultos, están insertos en el lenguaje popular de Perú en frases tan conocidas como "la letra con sangre entra", "a cocachos (golpes) aprendí", o "esto me va a doler más a mí que a tí", lamentó el defensor adjunto.
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Otra mujer, residente en el distrito limeño de Los Olivos, le arrancó mechones de cabello a su hija mayor por no cuidar a sus tres hermanos y luego intentó pegarle el pelo con zumo de limón.
En Perú, estos casos de violencia cometidos por padres contra sus hijos son delitos penados con entre uno y cuatro años de prisión, lo que de hecho se traduce en que no tienen cárcel efectiva.
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Los maltratos recibidos en la escuela recaen en uno de cada cinco niños, según la misma investigación.
La Defensoría hizo su propia pesquisa sobre el fenómeno de la violencia infantil, en junio del año pasado, en 36 de las 754 Defensorías Municipales del Niño y del Adolescente (Demuna) existentes en el país, donde se reciben denuncias de este tipo.

Una encuesta nacional de demografía y salud familiar, aplicada en 2004, señaló que los golpes propinados por las madres de familias son más frecuentes en los poblados de la selva (57%) y la sierra (5%) que en la capital Lima (30%).
En cuanto a las reprimendas verbales, están presentes en más del 80% del país.
La Defensoría expresó alivió por el hecho de que "las madres más jóvenes (entre 15 y 24 años de edad) son más proclives a pensar que no se debe aplicar el castigo físico nunca o solo algunas veces (más del 72%)", de acuerdo a la misma encuesta demográfica.
Valencia dijo que los maltratos físicos llevan a los niños a entender la violencia como un método adecuado para resolver conflictos, a pesar de que los golpes y agresiones les generan baja autoestima y sentimientos de depresión, culpa y rabia.
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